martes, 14 de diciembre de 2010

La leyenda del tiempo

Se me empiezan a agotar las ganas, las ideas, los sentimentos, las verdades y las palabras. El teclado de mi ordenador no se agota, sigue siendo el mismo, pero las teclas son más pequeñas, creo que se han sometido a una sesión o a más de acupuntura, dejan de ser teclas boliches, pasan a ser teclas ex-boliches...
Se me empiezan a agotar los colores, las sonrisas, las cartas, las mentiras y las estructuras gramaticales. Mi mente no se agota, cada vez me pregunto más cosas, no sé si es de formación profesional o tal vez es que siempre la semántica y la pragmática me apasionaron.
Y me pregunto: Tú tienes el mismo concepto que yo del color azul, lo ves igual que yo o lo ves más claro, tal vez lo veas más oscuro, aún teniendo muchas tonalidades... No sé, debe ser consecuencia de la leyenda del tiempo.


Dar mil vueltas,
silbidos de esos que son canciones.
Dar mil saltos,
besos de esos que son muelles.
Dar mil besos,
caricias de esas que son suaves.
Dar mil recuerdos,
coronas que me hacen sentir una reina.
Dar (hacer) mil guiños,
sonrisas de esas que envias por telegrama.
Dar mil rodeos,
juegos entre las sábanas.
Dar mil conciertos,
coches con las ventanillas cubiertas de secretos.
Dar mil puntapiés,
regalos de esos que traen los Reyes Magos.
Dar mil palabras
cuando sólo hace falta decir dos.